Mamoru Oshii, el artífice de clásicos de la animación como Ghost in the Shell (en sus dos partes) o Avalon (imagen real), presenta en Sitges su último trabajo.
Imaginemos que en nuestro mundo ya no hay guerras y se ha impuesto un periodo de paz. Sin embargo, para conseguir esta situación idílica, dos grandes compañías se enfrenta en una guerra televisa sin fin; donde los llamados Kildren (niños que no crecen y no pueden morir, excepto en combate) son los protagonistas.
Que las guerras, además de una fuente de ingresos y efectivo (o no tanto) equilibrador demográfico, son una válvula de escape para amansar al animal que todos somos, no es ningún descubrimiento: somos lo que somos y como somos para desgracia de todos.
Sky Crawlers destaca por sus impresionantes combates aéreos magistralmente realizados en una perfecta combinación de técnicas de 2D y 3D; y unos efectos de sonido excelentes (obra y gracia de Skywalker Sound). El gusto por el detalle y los colores suaves, se unen a un ritmo pausado y unos diálogos concisos e inteligentes potenciando un discurso político y social. Pero fundamentalmente la película de Oshii nos habla de la desesperación de una juventud ante un futuro yermo: ¿para que crecer si no sabes si mañana vas a morir?
Pero fundamentalmente es un drama de sentimientos frustrados y dolorosos (y mucho), por que por mucho que nos empeñemos en “no crecer”, en no hacernos adultos, si algo no podemos evitar es el “sentir” (aunque podemos ignorarlo)
Sky Crawlers es una obra meditada y meditativa (si se quiere un tanto larga en metraje); triste, de tono melancólico; donde las miradas y los silencios importan tanto como los momento dialogados. Una parábola en que su originalidad no consiste en lo que nos cuenta (discurso que nos ha sido presentado en otros films), sino en como nos lo cuenta.
A destacar la excelente banda sonora compuesta por Kenji Kawaii, responsable de anteriores títulos de Oshii y que potencia con sus maravillosos acordes las imágenes de uno de los títulos importantes dentro del anime japonés.
Nota: 7
Imaginemos que en nuestro mundo ya no hay guerras y se ha impuesto un periodo de paz. Sin embargo, para conseguir esta situación idílica, dos grandes compañías se enfrenta en una guerra televisa sin fin; donde los llamados Kildren (niños que no crecen y no pueden morir, excepto en combate) son los protagonistas.
Que las guerras, además de una fuente de ingresos y efectivo (o no tanto) equilibrador demográfico, son una válvula de escape para amansar al animal que todos somos, no es ningún descubrimiento: somos lo que somos y como somos para desgracia de todos.
Sky Crawlers destaca por sus impresionantes combates aéreos magistralmente realizados en una perfecta combinación de técnicas de 2D y 3D; y unos efectos de sonido excelentes (obra y gracia de Skywalker Sound). El gusto por el detalle y los colores suaves, se unen a un ritmo pausado y unos diálogos concisos e inteligentes potenciando un discurso político y social. Pero fundamentalmente la película de Oshii nos habla de la desesperación de una juventud ante un futuro yermo: ¿para que crecer si no sabes si mañana vas a morir?
Pero fundamentalmente es un drama de sentimientos frustrados y dolorosos (y mucho), por que por mucho que nos empeñemos en “no crecer”, en no hacernos adultos, si algo no podemos evitar es el “sentir” (aunque podemos ignorarlo)
Sky Crawlers es una obra meditada y meditativa (si se quiere un tanto larga en metraje); triste, de tono melancólico; donde las miradas y los silencios importan tanto como los momento dialogados. Una parábola en que su originalidad no consiste en lo que nos cuenta (discurso que nos ha sido presentado en otros films), sino en como nos lo cuenta.
A destacar la excelente banda sonora compuesta por Kenji Kawaii, responsable de anteriores títulos de Oshii y que potencia con sus maravillosos acordes las imágenes de uno de los títulos importantes dentro del anime japonés.
Nota: 7
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