Un meteorito se acerca inexorablemente a la tierra provocando en el plazo de tres días la destrucción de toda forma de vida humana.
No es la primera vez que los malvados meteoritos se empeñan en hacernos puré. Ahí están Armaggedon, Deep Impact, Space Cowboys (la más cachonda y sarcástica de todas, y es que hasta de las rocas Eastwood sabe sacar partido). Incluso a finales de los 70, Sean Connery se las vio y se las deseo con el film Meteoro.
Pero en esta ocasión el escenario de tanto desastre no son los EE.UU. (¿qué raro?, si todo lo bueno y malo pasa siempre ahí), ni Bruce Willis nos va a salvar en el último momento.
Esta vez la acción se desarrolla en la Laguna, un pueblecito del sur de España y 3 Días es el debut en el largometraje de F. Javier Gutiérrez.
Asumiendo las funciones de director y guionista, nos ofrece un thriller atípico repleto de referencias cinematográficas. Para empezar el mismo meteorito no es más que lo que Hitchcock llamaba un “mcguffy” (un mero pretexto); si alguien piensa que va a asistir a un súper espectáculo catastrofista, se llevará una decepción.
Y las sombra de Hitchcock planea sobre el personaje de Ale (Victor Clavijo), alma gemela del James Stewart de Vértigo (esa escena en las escaleras, sentido homenaje a la obra maestra del orondo director).
Por otro lado tenemos a Lucio (Eduard Fernández), que en el primer tercio del film nos es presentado como si de Michel Myers se tratara: su huida de prisión aprovechando los disturbios a consecuencia de la llegada del meteorito; el robo de un vehículo y ropa con el consiguiente asesinato de sus propietarios; la forma de “entrever” al personaje; su objetivo de regresar al pueblo para llevar a cabo su venganza contra Tomás y su familia; la misma descripción que se hace de Lucio, el mal en estado puro; todo es un claro (y para mí sincero) homenaje a Halloween, el clásico indiscutible de Carpenter tantas veces imitado (para mal).
En 3 Días Rosa (Mariana Cordero), madre de Ale y Tomás, empleará sus tres últimos días de vida para defender la vida de los hijos de Tomás, que viven a las afueras del pueblo y cuyos padres se han tenido que ausentar, sabedora de que Lucio se acerca y nada podrá detenerlo.
El film consigue atrapar en su primer tercio para decaer cansinamente en un alargado e insustancial estiramiento del suspense en su segundo tercio, y finalmente remontar el vuelo. Aunque el enfrentamiento físico entre Lucio y Ale resulta del todo plano y poco trabajado, y es que en la mayoría de las ocasiones, para nuestro cine, todavía resulta difícil imprimir la fuerza y agarra necesarias en las escenas de acción.
Película que juega con la decoloración de las imágenes, tendiendo en algunos momentos casi al blanco y negro; mientras que en otros se acentúa la saturación de los colores (o mejor dicho, se acentúa el contraste de los mismos).
Construida en base a una planificación perfectamente elaborada, tanto que puede llegar a sacarte de la historia. A veces los planos o movimientos de cámara tan milimétricamente ajustados, pueden ser del todo contraproducentes acentuando la artificiosidad de la historia y restándole credibilidad. Este es el caso de, por ejemplo, el tan celebrado plano secuencia del film de Alex de la Iglesia, Los Crímenes de Oxford (que dicho sea de paso, carece de la elegancia de los de DePalma a quien homenajea); o los inexplicables movimientos de cámara en Todos Estamos Invitados.
Por otro lado Eduard Fernández, actor que admiro y me gusta, está totalmente desaprovechado en un papel de psicópata del que no se le saca ningún partido resultando más propio de un Viernes 13 de segunda fila. A destacar unos buenos efectos especiales sabiamente utilizados.
Resumiendo, película diferente en nuestro cine (afortunadamente) y meritoria aportación al fantástico español; así como agradable homenaje no solo a Vértigo y Hallowwen, también a los mejores westerns de Howard Hawks como su insuperable Río Bravo.
Un director a tener en cuenta.
Nota: 6